El más digno homenaje a la vida
Por qué es importante hablar sobre la muerte

Por qué es importante hablar sobre la muerte

Aunque se le tiene miedo y se evita hablar de ella, es tan sustancial como la vida misma. Aprenda a asumirla con tranquilidad y a estar preparado.

Morir constituye la culminación de ese camino que se considera la vida. Es, como dicen los pragmáticos, lo único realmente obligatorio que tiene todo ser vivo, incluyendo el hombre. Vivir representa una gran oportunidad que se nos da para experimentar, aprender, evolucionar, pero que tiene un límite, y saberlo nos motiva para disfrutar cada segundo que se nos ha regalado.
Todo eso hace que la muerte se tema y se evite hablar de ella y en realidad esta es una actitud poco sana, que aumenta el temor. Por el contrario, hay que hablar de ella: organizar todo para que ese momento tan importante sea perfecto. Y podemos lograrlo si estamos en paz, si no hay dolor, si dejamos organizados nuestros asuntos y no hay pendientes, si nos hemos despedido y le hemos dicho a quienes queremos lo mucho que valen para nosotros, así que sí, puede ser algo bonito, perfecto.
¿Hay vida después de la muerte? ¿Existe el cielo? Casi todas las religiones y culturas coinciden en que hay un cambio de estado, que la materia no desaparece, sino que se transforma. Que el alma es algo más allá del cuerpo y que todos estamos aquí de forma pasajera, aprendiendo.
Venimos aquí como seres humanos, con todo lo que ello significa, no como ángeles o seres perfectos y por lo tanto es normal que hayamos cometido errores y esos errores y fracasos pueden ser grandes piedras en las que nos apoyamos para escalar en ese camino del aprendizaje, en la cadena de evolución.
La muerte también nos enseña que cada minuto, cada día es preciado y debemos emplearlo intentando ser la mejor versión de nosotros mismos.
Aquí unos consejos para enfrentar la muerte y lograr la paz.
Apoyarse en el entorno afectivo, en una red social que nos escuche, nos apoye y nos ayude a avanzar.
Tener la certeza de que al morir la persona no desaparece, simplemente cambia de estado.
Dejar todas las cosas terrenales en orden: la situación económica, los afectos, resolver los asuntos pendientes, incluyendo los emocionales, no dejar peleas, decirles a los que amamos cuánto los amamos, atender las cosas que nos preocupan para poder dar ese paso sin dejar cabos sueltos.
No dejarlo todo para el último momento: a nadie le dan cita de día y hora para morir y es preferible vivir con el tema en orden que encontrarnos de pronto con la casa patas arriba y sin posibilidad de arreglarla.
Confiar en que el proceso de la muerte está guiado por el alma, el propio espíritu y que igual que no nos da miedo llegar a nuestra casa en la Tierra, menos nos debe dar miedo llegar a nuestra casa en el cielo.
Invocar o repetir el nombre de Dios u orar en el momento en que el espíritu se separa del cuerpo.No se trata solamente de una práctica católica, sino que muchas religiones y culturas lo mencionan.
Cultivar la espiritualidad. Creer en el cielo disminuye ese miedo a lo desconocido. Es algo que se cultiva a lo largo de la vida y que también nos ayudará en ese momento de transición.

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